Monosilábica

Hoy las palabras están de más. Hoy descubrí que es estar monosilábica. Vivir a punta de sí’s y no’s, o en su defecto, no sé’s. Como diría Arjona en una de sus canciones: “¿Pa’ qué la verborragia cursi y necia?”. ¿Para qué hablar cuando no se tiene nada que decir o no se quiere decir algo?

¿Por qué cuando cambio de humor, por X o Y razón, entonces estoy "extraña”? ¿Intolerancia? ¿Resistencia a los cambios? No lo sé. Para mí es simplemente un encasillamiento. Una forma como te ven, o te vieron y luego optan por lo más fácil: juzgarte, los que no te conocen, y quizás los que te conocen también.

¿Y qué si quiero estar sola? ¿Y qué si no quiero hablar? ¿Y qué si me quiero sumergir en mi mundo escondida detrás de los audifonos de mi mp4? ¿Es díficil de entender? Al parecer sí.

Desde hace muchos días no quiero estar, no quiero gritar, no quiero saber, solamente quiero ser. Quiero ser yo, la que calla; yo, la que piensa; yo, la que suspira; yo, la que escribe; yo, la poeta; yo, la que extraña.

Extraño. Extraño la sensación de tener cerca el cielo. Extraño la risa de niña al comer helado. Extraño construir el mundo con legos y moldear la vida con Play Doh. Extraño el sabor agridulce de la adolescencia. Extraño las rutinas, que nunca parecieron eso, rutinas. Extraño mirarme al espejo sin ver el reflejo de mis ojos tristes. Extraño ver al techo por ocio y no para reflexionar. Extraño que la noche no sea noche, sino melancolía. Extraño los abrazos escondidos. Extraño las miradas pícaras. Extraño los "te amo" en hojas de cuaderno. Extraño no extrañarlos. Extraño tenerlos cerca, aunque tan lejos, estén aquí, dentro muy dentro. Extraño y extraño.

Y quizás por extrañar es que estoy “extraña”. Entiéndanme, hay días en que la vida no es magenta. Y calma, tarde o tempraño dejaré de extrañar y volveré a soñar. Por ahora, estoy así... Perdida, ausente... Monosilábica.