Qué raro que seas tú quién me acompañe...
(suspiro) ¡Cuántas cosas podría escribir de ti, soledad! Podría decirte que eres como un virus que me salta al organismo de vez en cuando y me hace sentir miserable, pero no, hoy eso, contigo no va. Podría teclear y que de mis dedos salieran las palabras perfectas para contarte que eres como un hoyo que se va abriendo despacio causando agonía y dolor, pero eso tampoco me sirve para hoy. ¡Apreciada soledad! Cómo quisiera que leyeras estas palabras y te dieras cuenta de que en ocasiones eres la peor consejera, la más grande enemiga, la mayor traicionera, pero tampoco hoy es el día para tal emoción. Soledad, hoy, extrañamente, quiero agradecerte, agradecerte de forma infinita por hacerme compañía, por darme luces, por estar, por ser... porque definitivamente, eres la cómplice perfecta en los momentos cuando quiero escapar. ¡Mil gracias, soledad!
Comentarios